Las enfermedades infecciosas son patologías causadas por microorganismos que incluyen virus, bacterias, hongos y parásitos, de manera que existen muchos tipos diferentes. Hoy vamos a hablar de la polio, dado que el 23 de octubre coincide con su Día Mundial.
Descubriremos sus síntomas, sus causas, sus tratamientos… y si quieres saber más sobre esta u otras enfermedades infecciosas, puedes consultar nuestro máster en enfermedades infecciosas y descubrir más.
Índice de contenidos
¿Qué es la polio?
La poliomielitis es una enfermedad contagiosa que, en el peor de los casos, puede provocar lesiones a ciertos nervios que causan la parálisis, dificultad para respirar y, sólo en algunos casos, la muerte.
El 95% de los contagiados son asintomáticos, pero existe el otro 5% que desarrollan síntomas con el riesgo de padecer la forma más grave de la enfermedad.
El virus de la polio se puede transmitir por vía oral, mediante alimentos y bebidas que estén contaminadas por el virus o a través de la saliva de una persona infectada. También puede ser contagiado por la naturaleza, pero lo más común es infectarse con gotas de saliva de alguna persona que contenga el virus. La enfermedad se produce si el sistema inmune no es capaz de controlar la infección, entonces es cuando llega el virus al sistema nervioso central.
Síntomas de la polio
Ya hemos comentado que la mayoría de los casos son asintomáticos, pero los que tienen afectación, en el peor de los casos, pueden padecer parálisis. Los que no llegan a la forma más grave de la infección, padecen una enfermedad leve que dura entre 2 y 5 días con los siguientes síntomas:
- Cefalea
- Fiebre
- Malestar
- Vómitos
- Rigidez de nuca
- Dolor muscular
Por otro lado, hay la parálisis, la forma más grave de la enfermedad y a la vez la menos común. Los síntomas iniciales son similares a los comentados anteriormente: fiebre y dolor de cabeza. Sin embargo, en una semana ya aparecen los síntomas más específicos:
- Pérdida de reflejos
- Dolores musculares intensos
- Extremidades flojas y poco rígidas
Prevención del virus
Existen vacunas que previenen la polio, estas son:
- Vacuna inactivada contra el virus de la polio, la cual se administra mediante una inyección en la pierna o brazo dependiendo de la edad.
- La vacuna oral contra el virus de la polio que todavía se usa en muchas partes del mundo.
Estas vacunas preparan el cuerpo de los niños para luchar contra el virus. Más del 99% de los niños y niñas que reciben todas las dosis de la vacuna recomendadas, están protegidos contra esta enfermedad.
Otro método de prevención es practicar una buena higiene, sobre todo de las manos. Lavarlas frecuentemente con agua y jabón es lo más eficiente, ya que los desinfectantes de manos que llevan alcohol no matan el virus.
Tratamiento de la polio
En la actualidad no existen tratamientos antivirales eficaces para la polio. Sin embargo, se puede recurrir a tratamientos para aliviar síntomas como la fiebre y el dolor intenso.
En estos casos, la terapia física u ocupacional ayuda con la debilidad que causa la polio sobre todo en los brazos o en las piernas. Podría llegar a mejorar los resultados a largo plazo, especialmente si se emplea temprano cuando se detecta la enfermedad.
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